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2023-01-24_18h49_02

Si bien aún existe un imaginario social acerca las violencias digitales como algo lejano, lo que sucede en internet es real y nos incumbe más de lo que creemos. A partir de la pandemia del COVID-19, entendemos mejor que las violencias físicas y digitales están relacionadas y que ambas se afectan las unas a las otras.

El ping pong de las violencias

En muchos casos, las violencias digitales escalan a las violencias físicas, incluso a nivel colectivo. Por ejemplo, los espacios virtuales están siendo usados por grupos de anti-derechos que abusan los datos personales de activistas por los derechos de las mujeres y de grupos con identidades de género y sexo diverso. Se han compartido sus datos sin su consentimiento y, a partir de ello, se ha las ha acosado, insultado y amenazado en el espacio físico.

Asimismo, las violencias no son solamente escalables de los espacios virtuales a los físicos, sino que también tienen una relación de ida y vuelta, alimentándose unas a otras, “la violencia en la calle pasó a la virtualidad y de la virtualidad a la calle, es como un ping pong” (entrevistada anónima en Eliana Quiroz, 2021).

Violencias y brechas digitales en todas partes, pero de formas distintas

Podemos afirmar que no hay soluciones únicas para las violencias y las brechas digitales, porque cada contexto y grupo social es distinto, por ejemplo, áreas urbanas y rurales, o entre hombres y mujeres. Las violencias se ejercen de distinta forma según las características estructurales que nos atraviesan a todas las personas.

Para comprender mejor el proeblema, se enmarcan los tipos de violencias y brechas, así como sus formas de expresión.  Se han identificado 8 tipos de violencia digital 1 y 25 formas de expresarlas en Bolivia. Una de las violencias más recurrentes es el abuso sexual, que tiende a afectar más a mujeres y está conceptualizada como “la explotación erótica, íntima o sexual de su cuerpo o imagen en videos, fotografías, textos o cualquier otra forma de expresión contra la voluntad de la atacada (…)” (Eliana Quiroz, 2021).

Las brechas digitales son un tipo de violencia digital, que tiene tres formas de expresión: falta de acceso a internet, falta de acceso a dispositivos y falta de habilidades digitales, que llevan a brechas de acceso, de uso y de apropiación. Algunas de sus consecuencias son disminuciones de autonomía y de acceso al conocimiento, que se traducen en menos acceso a aprendizajes y también a oportunidades laborales.

Estas brechas no son iguales para todas las personas, porque se configuran en función a las distintas categorías sociales (Lu An Méndez, 2021), como entre hombres y mujeres, provocando más desigualdades sociales entre estos grupos. Sin embargo, las formas en las que las brechas digitales se traducen, dependen de cada situación individual.En el caso del municipio de Coroico, que es rural en gran parte, las brechas digitales son más grandes en niñas, jóvenes y mujeres.

¿Por qué hablamos de brechas y violencias digitales con enfoque de género?

Las TIC 2 pueden usarse como un medio para ejercer nuestros derechos, como el acceso a la información, la protección de datos personales y la participación política. Sin embargo, también pueden ser usadas para incitar y ejercer violencias en todos sus tipos, hacia uno o una misma y hacia terceras personas, donde las más vulnerables son niñas, jóvenes y mujeres.

Las brechas digitales de género persisten a nivel mundial, ya que casi la mitad de las mujeres no tienen acceso a Internet (Eliana Quiroz, 2021). Además, las violencias digitales contra las mujeres y personas de diversas identidades sexuales y de género se ejercen de forma desproporcionada, pues se ha evidenciado que estos grupos experimentan abusos agravados y recurrentes.

En Bolivia, uno de los mayores problemas en este tema es la inexistencia de marco legal y marco político específicos en derechos y violencias digitales, por lo que estos casos no son atendidos y se ejercen con impunidad. Como podría deducirse, tampoco existe un marco legal de violencia digital por razón de género, y sin un reconocimiento de las violencias e instancias dónde recurrir, las agresiones tienden a agravarse.

Estos actos son violencia digital de género, porque son cometidas en espacios digitales, usando las TIC deliberadamente como medio para facilitar delitos contra las mujeres dentro y fuera de la red. Uno de los tipos de violencia que se ejerce de forma continua en todas partes es el acoso, que es una conducta reiterada, molesta e intimidante para dejar fuera de circulación a una persona o un grupo (Eliana Quiroz, 2021). Es decir, se reiteran formas de violencia, como una táctica para acallar a grupos de mujeres y a personas y grupos con identidades de género y sexo diverso.

Además, los problemas de conectividad y protección de datos personales son diferentes en cada contexto y población. Por ejemplo, en niñas y mujeres de la tercera edad, que además de ser mujeres, son parte de otros grupos minoritarios. Concretamente en Bolivia, los hombres tienen más acceso a teléfono celular, computadora e Internet, mientras que el analfabetismo digital es mayor en mujeres, personas con menos ingresos y mayores de 45 años (Lu An Méndez, 2021).

En el caso específico de mujeres de la tercera edad, el uso de internet no era una necesidad en sus tareas cotidianas, pero el crecimiento de la brecha digital generacional ha demostrado el riesgo para estas personas de ser relegadas en el mundo laboral, lo que se puede ver en el crecimiento los índices de desempleo en esta población.

En Coroico, el grupo de teatro de jóvenes Coroico Art, desarrolló una obra de teatro con el objetivo de alertar y prevenir las violencias digitales de género, desde experiencias que viven las personas jóvenes en ese contexto específico. Además, usando un lenguaje amigable hacias las personas de las comunidades, quienes no están tan familiarizadas con los riesgos y las violencias relacionadas a las TIC. La obra fue bien recibida y actualmente está siendo replicada en otros espacios de Coroico, como Unidades Educativas.

La pandemia sirvió para abrirnos los ojos

La pandemia acrecentó las brechas digitales de las mujeres, especialmente en zonas periurbanas y rurales, donde se observa una relación entre sus limitaciones económicas a menor conectividad, acceso y habilidades de TIC.

Además, se hicieron notorios los riesgos para las niñas de contar con dispositivos y tener acceso permanente a Internet. En el caso de niñas del áreas rurales y periurbanas este riesgo es mayor porque no suelen contar con un acompañamiento parental en uso de las TIC, por varios motivos. Esta condición las hace más vulnerables de vivir distintos tipos de violencias, como abuso sexual, y acoso.

Los riesgos para las niñas afectan también a sus madres y cuidadoras que, si ya vivían una sobrecarga laboral, con dobles o triples jornadas de trabajo, la pandemia las obligó a acompañar más de cerca la educación virtual y la seguridad digital de sus hijas.

Las brechas se expresan de forma distinta al interior de cada zona periurbana y rural. Por ejemplo, en el municipio de Coroico hay familias en las comunidades que no cuentan con dispositivos ni conectividad, mientras que, en el centro, usan la tecnología porque cuentan con más dispositivos y el servicio sí está disponible ahí (Wilfredo Jordán, 2021).

Mirando más allá: posibilidades de acción

Cuando se dice que: “no se necesita Internet para hablar de temas digitales” (Lu An Méndez, comunicación personal, 17 de febrero de 2024), se quiere decir que las políticas y normativas digitales, deben adaptarse a cada contexto, con o sin dispositivos y conectividad. En contraste a las tendencias globales, donde las decisiones son tomadas de arriba hacia abajo, se propone un modelo de políticas que responda a las necesidades a nivel comunitario.

Uno de los más grandes aprendizajes de InternetBoliva.org y Asociación Aguayo en este tema es el involucramiento de las comunidades en el proceso de construcción de herramientas. Para ello, se desarrolló la capacidad de adaptación de las metodologías a los distintos contextos, experiencias y necesidades del público con el que se trabaja, como por ejemplo autoridades, mujeres jóvenes o mamás. Luego de las reflexiones, que surgen de los diálogos, se sigue a la parte práctica de desarrollo de aptitudes y competencias requeridas.

Por otro lado, hay posibilidades de acción dentro de los marcos políticos y normativos existentes. Por ejemplo, en Bolivia no se cuenta con una normativa que contemple las violencias digitales por razón de género, pero se ha identificado que 13 de los 16 tipos de violencia establecidos en la Ley N° 348 “Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia” pueden darse en el espacio digital. Por otro lado, la aprobación de la Ley de Digitalización y Gestión de Datos Personales en Coroico es una prueba viva de lo que un municipio puede hacer desde sus competencias y sus alcances como gobierno sub nacional.

Bibliografía

Jordán, Wilfredo. (2021). Municipios Digitales: Una aproximación al acceso a Internet y protección de datos en seis entidades territoriales autónomas de Bolivia. (Asociación Aguayo y Fundación InternetBolivia.org).

Méndez, Lu An. (2021). Los retos de niñas, y mujeres de la tercera edad para sobrevivir a la brecha digital en tiempos de pandemia en el departamento de La Paz (Área urbana y perirubana) (Registro de Direcciones de Internet de América Latina y Caribe (LACNIC)).

Quiroz, Eliana. (2021). Aproximaciones de la violencia de género en internet durante la pandemia en Bolivia (ONU Mujeres).

Por Matilde Rada