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Bolivia tenía en este portal web un motivo de orgullo porque por primera vez se logró reunir todos los mapas en un solo sitio. Cada semana más de tres mil personas entre estudiantes universitarios, investigadores y funcionarios públicos ingresaban a la plataforma para descargar información y trabajar en sus proyectos.

El 11 de marzo la información liberada desapareció. El catálogo en línea tenía un código de error. Acceder a las más de 2500 capas de información del país pasó de ser hecho a un imposible. Dependiente de la Vicepresidencia, GeoBolivia se fue sin decir adiós ni porqué se iba. 

El geógrafo Raúl Molina fue el coordinador del proyecto en su fase de implementación. Molina nos explica que los datos estaban bajo licencias abiertas en el marco del Consejo para las Tecnologías de Información y Comunicación del Estado Plurinacional de Bolivia (CTIC). Es decir, cualquier persona podía descargar la información y según sus habilidades informáticas usarla tanto para una tesis sobre límites municipales como para proyectos municipales de agua potable. 

El 2012, cuando se habilitó el sitio web, el país pudo ver los resultados de una tarea titánica de coordinación. Diferentes instituciones del Gobierno y la cooperación internacional como el Instituto Francés de Investigación para el Desarrollo, la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y otros fueron retados a alimentar esta plataforma con información de Bolivia. 

“Nos hemos sentado con las instituciones para explicarles la importancia de compartir sus datos y lo han hecho” cuenta Molina sobre la primera fase del ambicioso proyecto que encararon con aproximadamente 30 profesionales. Poco a poco GeoBolivia se ganó la confianza de sus usuarios y de quienes le proveían datos. 

Jannett Ibáñez, informática, es otra de las voces que pide el restablecimiento de esta gran biblioteca. “Antes no había información en formato digital que fuera de libre acceso y distribución, todo era en formato impreso. Tenías que ir al Instituto Nacional de Estadísticas y comprar la fotocopia de una cartografía” recuerda. El problema con esas compras de información era que la propiedad quedaba solo en manos de algunos consultores, quiénes pagaban y que luego podían revender la información digitalizada incluso al Estado. 

“Nos tuvieron acostumbrados a que la información que generan (las instituciones) es de ellos. Pero esos datos se generan con fondos públicos y son de todos. GeoBolivia es uno de los proyectos bandera que llamó a las instituciones del Estado a publicar su información para que la población pueda generar productos derivados” indica Noemi Ticona, ingeniera en Sistemas y activista por el software libre. 

Hablar de datos abiertos, como los que estaban en GeoBolivia, para Ticona es recordar que el Estado, según la Carta Magna, garantiza el derecho al acceso a la información pública para los y las bolivianas. 

El número de centros de salud, mapas de áreas protegidas, infraestructura de datos espaciales para Defensa Civil en caso de desastres naturales o georreferencias de la cobertura de internet son algunos de los datos abiertos que ya no están disponibles. 

Otro ejemplo es Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) que compartió la información de mapas de pozos, ductos, áreas petroleras y otros para libre uso de la población. Cuando se sumaron al proyecto, los ejecutivos de la empresa estatal explicaron su compromiso para transparentar sus datos. 

La falta de esta base de datos preocupa a toda una comunidad de investigadores, pero como han dicho nuestras fuentes, perjudica al conjunto del país. No se conoce si el proyecto será transferido, actualmente está a cargo de la Vicepresidencia, o si se trata de un tema presupuestario. En ese caso las bases de datos ya publicadas podían quedar en el portal señalan y coinciden Molina, Ibañez y Ticona.