11 de febrero de 2022
El año 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió establecer un Día Internacional anual para recordar la urgente necesidad de la participación e inclusión de las mujeres y las niñas en la ciencia y la tecnología, desde entonces cada 11 de febrero recordamos el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Una de las consecuencias de la desigualdad en la participación de las mujeres y niñas es que la mitad de la población mundial está siendo subrepresentada, es decir más hombres que mujeres participan en la creación de tecnología y ciencia.
Quienes producen ciencia y tecnología diseñan el mundo en el que nos desarrollamos y lo transforman, al hacerlo reproducen discriminación y amplifican las desigualdades. Necesitamos que la perspectiva de las mujeres, las niñas y las de otras poblaciones también subrepresentadas estén presentes en esta transformación, para abordar los problemas que está enfrentando el mundo, tomando en cuenta el conocimiento y potencial de las mujeres y niñas. Al no hacerlo se está perdiendo una incalculable experiencia social y cultural que pueden aportar a generar una respuesta a estos problemas1, por ejemplo el papel de las mujeres científicas fue importante e imprescindible en el desarrollo de las vacunas para el Covid 19. Por otro lado, si las niñas y mujeres de áreas rurales tuvieran mejores posibilidades de explorar el mundo tecnológico podrían además de saber utilizar herramientas tecnológicas reinventar su uso en función de sus propias necesidades.
Algunos datos que reflejan el problema de exclusión de las niñas y mujeres en el mundo científico y tecnológico en el mundo de acuerdo con el informe Women in Science de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, 2020)2:
- Sólo el 30% de investigadoras y científicas en el mundo son mujeres
- La matrícula de estudiantes mujeres en el campo de la tecnología de la información es del 3%; en las áreas de ciencias naturales, matemáticas y estadísticas, del 5% y en ingeniería, manufactura y construcción, el 8 % de matrículas son de mujeres.
- En América Latina y el Caribe, el 54% de las mujeres dependen de la economía informal.
- En disciplinas de vanguardia como inteligencia artificial y aprendizaje automatizado las mujeres representan solo 22 y 12 por ciento, respectivamente, de la fuerza de trabajo.
En Bolivia según datos del informe Juventudes TIC (Agetic, 2019)3
- En los últimos años se crearon 20 nuevas carreras en el área STEM (por sus siglas en inglés hace referencia a carreras relacionadas con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) al interior de varias universidades públicas, dentro de las cuales se puede mencionar: Ingeniería en Telecomunicaciones, Ingeniería Petroquímica, Ingeniería Mecatrónica, Ingeniería Geológica, Ingeniería Industrial Amazónica, Ingeniería Informática, Ingeniería Electromecánica, entre otras. En estas carreras existen 80% de hombres (inscritos y/o titulados) versus 20% de mujeres.
- Específicamente respecto a las TIC, la oferta académica en el área técnica es baja. Sólo tres de las 11 universidades públicas registradas en el CEUB ofrecen programas técnicos, donde la participación de mujeres es de 12% frente al 88% de participación masculina.
Esta diferencia en la producción de ciencia y tecnología y en la elección de una carrera relacionada a estas áreas, es consecuencia de una serie de brechas que están presentes a lo largo de todo el ciclo de vida de las mujeres desde que son niñas, como la brecha de acceso, de uso y apropiación de las tecnologías de la información y comunicación (TIC), calidad de educación, estereotipos de género, violencia estructural de género presente también en el ámbito educativo, científico y tecnológico, tareas de cuidado que son asignadas a las niñas y mujeres, por mencionar algunas.
La diferencia de género en el uso, acceso y apropiación de las tecnologías es importante para entender el problema, ya que es en Internet donde las niñas pueden adquirir conocimientos, habilidades, conectarse con comunidades tecnológicas o científicas, conocer causas sociales y apoyarlas. Sin embargo, a nivel mundial las niñas tienen un 8% menos de probabilidades de poseer un teléfono móvil que los niños. Las mujeres son más propensas que los hombres a pedir prestado o compartir teléfonos móviles (a menudo dentro de un hogar o de un miembro de la familia) y rara vez son las propietarias principales de un dispositivo móvil. Sin un acceso regular, las niñas no pueden desarrollar alfabetización tecnológica familiarizándose con el teléfono y explorando sus usos. El acceso irregular impide que las niñas aprendan gradualmente.4
En nuestro país como en varios países de la región a raíz de la pandemia hemos afrontado una digitalización forzada y acelerada. En un estudio cualitativo de la Fundación InternetBolivia.org no representativo pronto a ser publicado que analiza los retos de las niñas en zonas urbanas y peri urbanas para afrontar la brecha digital en el departamento de La Paz se pudo observar que muchas familias de estas zonas al inicio de la pandemia no contaban con los dispositivos necesarios para conectarse a Internet, a medida que la pandemia fue avanzando y se percataron que esta situación no iba a ser temporal decidieron realizar la compra de celulares con conexión a Internet para sus hijas (11- 15 años), para muchas de ellas significó tener un celular propio por primera vez y en otros casos realizaron la compra del primer celular con conexión a Internet para la familia, en las cuales turnaban a los hijos e hijas el acceso al celular para poder pasar clases, donde las niñas tenían un acceso irregular lo que les hizo el camino más largo para poder generar habilidad digitales críticas en el uso de la tecnología.
El contar con un dispositivo para poner conectarse fue el primer paso para afrontar la brecha digital, pero no se resolvieron todos su problemas al respecto, mencionaron que si bien el principal problema era conectarse a las clases en línea, una vez que la lograban, el siguiente problema con el que tenían que lidiar era la poca conectividad o mala calidad de conexión de ellas o de sus profesores o profesoras, y las pocas habilidades digitales de las y los profesores que les impedía resolver algunos problemas que surgían cuando impartían las clases en línea, lo que repercutió en la calidad de la educación que recibían y reciben durante esta pandemia.
Cuando las niñas tienen más libertad y autonomía, es más probable que tengan un mejor acceso a los teléfonos y que obtengan más beneficios como utilizar los teléfonos para ayudar a sus estudios y aprender cosas nuevas. En ese sentido las niñas entrevistadas en el estudio anteriormente mencionado, coincidieron que al inicio de la clases virtuales por su poca familiaridad con los celulares con Internet, aplicaciones móviles, etc tuvieron qué afrontar muchos problemas, en la actualidad en la mayoría de los casos tienen facilidad para realizar tareas básicas y complementarias a sus clases en línea, ahora las niñas entrevistadas utilizan algunas plataformas de forma autogestionada para poder aprender o resolver dudas sobre lo que avanzan en sus clases e investigar sobre temas de interés. Sin embargo, este interés por usar la tecnología a su favor, se ve dañada por que existe una desconfianza con la tecnología, consideran que este espacio no es seguro para ellas, por experiencias de acoso que vivieron mientras usaban Internet, lo cual es bastante preocupante pues no hace mucho que se encuentran conectadas. Mencionaron que el gusto y la motivación con la que se conectan y navegan por Internet para resolver sus tareas y aprender cosas nuevas se puso en juego cuando empezaron a enfrentar ciberacoso, también reconocen que existen otros peligros y que se encuentran en riesgo por estar conectadas.
Esta relación de desconfianza con las tecnologías que afecta en el desempeño escolar, reduce el interés y deseo de querer formar parte del mundo de la ciencia y tecnología y genera una sensación desgastante de que al igual que fuera de Internet las niñas tienen la sensación de tener que cuidarse todo el tiempo.
Si se busca aumentar la participación de las niñas en el mundo de la ciencia y tecnología, se tiene que trabajar en las brechas digitales de género a las que se enfrentan, para esto necesitamos más investigación y datos desagregados por sexo y edad que no solo muestren si existe conectividad o no, si no que también hagan énfasis en la parte cualitativa del uso para responder a preguntas como ¿qué hacen las niñas y niños cuando se conectan?, ¿cuáles son las habilidades digitales desarrolladas hasta el momento? información necesaria para entender el problema de brecha digital. Por otro lado, cuando se desarrollan programas para enfrentar este problema es importante tomar en cuenta las discriminaciones estructurales a las que las niñas se enfrentan, normas sociales y estereotipos de género. Para responder a las violencias digitales que las niñas enfrentan en el mundo digital, es necesario crear políticas de protección que puedan prevenir y reparar el daño que tienen las mismas en el ejercicio de sus derechos. La alfabetización digital de las madres, padres, familia y comunidad es importante para que puedan acompañar el uso de las tecnologías de las niñas y apoyarlas en el uso seguro de las tecnologías, en vez de prohibir o limitar su uso lo que genera menor participación de las niñas en el mundo tecnológico.
El problema no es que las niñas y mujeres no sean curiosas, es que el mundo de las ciencias reproduce los sesgos de género y pone barreras para que ingresen y esto debe cambiar para avanzar hacia la equidad.
Autora: Lu An Méndez – Oficial de equidad de la Fundación InternetBolivia.org