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Las grandes empresas tecnológicas (plataformas) hoy se alzan con un poder cada vez más apabullante en el mundo, dado que controlan gran parte de los recursos críticos de internet al ser dueños de la infraestructura, gestión los flujos de información – incluyendo nuestros datos personales – y su gran capacidad de influir a través de la programación de las plataformas que usamos, en nuestras acciones en línea.

Pero esa capacidad de control viene también ligada a la debida responsabilidad con respecto a sus acciones. Estas empresas deben poder proporcionar mecanismos seguros para el uso de sus plataformas, deben cumplir estándares de derechos humanos y brindar apoyo a quienes son afectados/as por sus tecnologías. No obstante, constantemente evaden esas obligaciones, operan en una gran opacidad y no rinden cuentas de sus acciones. Es más, debido a la gran riqueza que acumularon, en gran medida gracias a nuestros datos, usan esos casi ilimitados recursos para incidir en las políticas que les permita seguir actuando sin asumir la responsabilidad que les corresponde.

¿Cómo exigirles que cumplan con esto? Varios Estados del Norte-global han empezado a generar mecanismos regulatorios fuertes para controlar a las plataformas tecnológicas, aunque debido a la característica transnacional de éstas y al hecho de que gran parte de sus actividades suceden en un ámbito difícil de regular – el digital -, controlarlas es cada vez más complejo. Más aún si hablamos de países pequeños, con “menos cuota del mercado” y mínima influencia geopolítica, como es el caso de países del Sur-global (Sudeste asiático, Medio Oriente, África y América Latina). Varias de estas empresas tienen ingresos más grandes que el PIB anual de esos países por lo que su población queda más al margen de los instrumentos de protección. Si bien los derechos humanos son universales, su cumplimiento, no siempre lo es.

En esa situación, ¿Qué podemos hacer desde los países del Sur-global? El pasado enero, nos reunimos en Naivasha, Kenia, alrededor de 50 organizaciones del Sur global con un único objetivo: lograr una solidaridad transregional para trabajar en cómo responder al poder apabullante de las empresas tecnológicas. Esa reunión tuvo el nombre de ARISE (Acrónimo en inglés de Accountability and Responsibility in South’s Ecosystems) y fue un espacio para construir confianza, tejer capacidades y proyectar ideas de manera colectiva en función a nuestra situación común.

ARISE surge de un trabajo preparatorio de dos años en los cuales un grupo de especialistas elaboró una agenda y convenció a organismos de cooperación y financiamiento de que los derechos humanos de las personas del Sur global no valen menos y las empresas tecnológicas, deben cumplirlos.

Como Fundación InternetBolivia.org, ser parte de este espacio es extremadamente relevante para el trabajo que hacemos. Bolivia es un país que ha sido sujeto de experimentos de estas grandes plataformas tecnológicas, en el cual debido a la carencia de una ley de protección de datos, estamos más expuestos a que se vulneren nuestros derechos, y que por ser un mercado reducido, nuestras demandas y quejas a menudo ni se leen.

Estamos expectantes de los siguientes pasos para que ARISE se convierta en un mecanismo por el cual podamos exigir una mayor rendición de cuentas a las grandes empresas tecnológicas.

La solidaridad con nuestros pares del Sur-global es el camino. 

Por Cristian León, Director ejecutivo de la Fundación InternetBolivia.org