En Bolivia, TikTok ha dejado de ser sólo una red social para convertirse en el nuevo escenario de la disputa política. Con más de 7,6 millones de usuarios activos en el país, es ya la plataforma más influyente en términos de alcance, especialmente entre jóvenes. La lógica que rige su algoritmo ha transformado la comunicación electoral: hoy no gana quien más seguidores tiene, sino quien logra captar y retener la atención. Las visualizaciones —más que los «me gusta» o comentarios— se han convertido en una métrica clave para medir la influencia y los cambios de percepción de las audiencias sobre los actores políticos.


A diferencia de redes como Facebook o Instagram, donde el contenido depende en gran medida de a quién sigues, TikTok funciona con base en la interacción temática. Su algoritmo prioriza el tiempo de visualización y muestra contenido que puede resultar atractivo incluso si no conoces a la persona que lo publica. Esto permite que una cuenta con pocos seguidores pueda volverse viral, y que un video de hace semanas siga acumulando vistas de manera orgánica.
Entre marzo y mayo de 2025, el panorama de visualizaciones en las cuentas oficiales de TikTok de los precandidatos tuvo un cambio que llamó la atención. Se trata de la cuenta de Evo Morales. Sumando sus publicaciones de enero a abril, acumula más de 116 millones de vistas. Este fenómeno puede explicarse tanto por la fidelización de la facción evista tras las disputas internas del MAS, como por la capacidad del expresidente de generar narrativas centradas en su persona, especialmente la victimización.
En TikTok, donde la personalización es premiada por el algoritmo, Evo domina con relatos donde se presenta como víctima o salvador, rodeado de mujeres de base, adultos mayores y marchas multitudinarias. Sumado a esto, el hecho de que Evo es un factor ineludible en la política boliviana —estén a favor o en contra— es un elemento que polariza, y en esta disputa interna, sus bases se han fidelizado mucho más.
¿Puede esto considerarse «campaña»? Técnicamente sí. No son spots tradicionales ni propuestas programáticas, pero sí mensajes efectivos que buscan generar emoción y conexión. TikTok no es un medio neutro: privilegia lo que activa emociones. Y Evo, con publicaciones sencillas y de baja edición, logra ese efecto mejor que muchos otros que invierten más recursos en su producción.
Otro caso paradigmático es el de Chi Hyun Chung. Con una estrategia basada en publicaciones diarias, formato blog, cámara frontal y cercanía espontánea, Chi lideró las visualizaciones entre enero y febrero (33,8 millones) cuando se tomó la primera muestra en marzo. Su fórmula no requiere grandes recursos: camina por mercados, saluda a gente común, prueba comida callejera y lanza frases provocadoras.
Sin embargo, en la segunda muestra de mayo, su rendimiento se estancó, coincidiendo con su fallido intento de conseguir una sigla y su alianza con Manfred Reyes Villa, como se puede ver en los gráficos adjuntos.
Samuel Doria Medina, en cambio, ha mostrado un crecimiento más lento pero constante. Su contenido tiene mejor producción, con edición media o avanzada, y se enfoca en propuestas y spots temáticos más técnicos. Representa un estilo más institucional que conecta con un segmento que se podría señalar como de clases medias, como se ve en su recurso constante a trends para llamar la atención de la audiencia.
Elegimos analizar a estos tres actores porque son los que tienen mayor número de seguidores en TikTok. Pero como muestran los datos de los gráficos, la cantidad de seguidores no determina el impacto. Chi, con menos seguidores que Samuel, logró mayor engagement en su momento. Y Evo, con más de un millón de seguidores, muestra cómo la atención puede sostenerse con una narrativa emocional y un contexto político favorable: en la medida que el gobierno lo ataque, refuerza la victimización; y en la medida que no resuelve los problemas económicos, Evo consolida su narrativa de que en su gobierno se vivía mejor económicamente.
El evismo tiene una comunidad movilizada, tanto en redes como en la calle, con convicción ideológica y emocional. Reconocer esto es entender por qué Evo sigue siendo un actor central en la política boliviana, incluso si no puede postular formalmente.
TikTok no es una herramienta neutral. Es un escenario que premia la polarización afectiva, la personalización del discurso y la inmediatez. Las visualizaciones no son votos, pero son un síntoma claro de quién logra imponer agenda, generar conversación y captar la atención pública. En el nuevo ecosistema político digital, eso también cuenta. Y mucho.
Por Wilmer Machaca, investigador asociado de Fundación InternetBolivia.org para Guardiana